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20% de paro, 100% de descaro

Hace poco más de un año, la confianza en el mercado español caía en picado tras el salto a la palestra de Bruselas, con unas nada halagüeñas predicciones para España de hasta un 20% en el índice de paro en 2010.

Recientemente, la EPA (Encuesta de Población Activa) ratificó las predicciones con datos concretos, cifras actuales que, efectivamente, se barajan por encima del alarmante estimado europeo de 2009.

Por otro lado, el sistema de pensiones también ha sido puesto en tela de juicio durante los últimos meses, con la iniciativa del Gobierno de aumentar la edad de la jubilación hasta los 67 años. “Nos sentimos responsables de velar por el futuro del sistema público de pensiones […]”, afirmó el presidente José Luís Rodríguez Zapatero en defensa de la medida.

A simple vista, la incongruencia de ambos puntos se hace patente: ¿carencia de trabajo para unos y permanencia prolongada en sus puestos laborales a otros? Caer en comparaciones o conexiones de este tipo ante ambas situaciones es posiblemente una visión simplista de un problema de naturaleza mucho más compleja. No obstante, el desempleo en caída libre requiere de análisis profundos y cuidadosos.

¿Recuerdan el famoso debate en torno a la jornada laboral de 35 horas? España supo mantenerse al margen de implementar dicha medida, sólo para comprobar cómo Francia, a modo de conejillo de indias, lo sufría en carne propia a finales de los 90, para acabar abandonándolo al inicio de la siguiente década. Los resultados en el país galo de la Ley Aubry fueron difíciles de precisar, así como el coste económico de la medida, según afirmó en su día el propio jefe de dicha institución, Michel Devilliers.

En la coyuntura actual, la única estadística que parece preocuparle al Gobierno es la que indica la intención de voto. Efectivamente, se han elaborado propuestas de reforma laboral concentradas en estimular el empleo para los jóvenes, así como los trabajadores con menos formación, pero hay otros asuntos que restan apartados en un rincón oscuro y que apenas se mencionan: ¿cómo puede alguien jubilarse a los 67 si se queda sin trabajo a los 40 y ya nadie le contrata?

Una solución, quizás, sería un mayor apoyo a la iniciativa empresarial y, sobretodo, al auto-empleo. Eso sí… ser autónomo en España es vivir en una jaula de leones con miedo a ser devorado por los impuestos, legislación, etc…

Buena suerte.